Poema & Reflexión: La Interconexión de Todas las Cosas
- Guillermina Faust Pinsolle
- 29 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Un poema sobre la Unidad y algunas reflexiones
Estoy sentada frente a unas tumbas
y por las ramas saltan monos
nadie destaca por su presencia
en este instante todos somos
una porción de la vida misma.
Ellos me miran y yo los miro
los muertos duermen en silencio
y nadie destaca su presencia,
y nadie es objeto de otro
en este instante todos somos
parte de un mismo latido silencioso

Un ser humano es una parte de un todo al que llamamos universo. Su paso por el es breve: milésimas de segundos en los años luz de existencia del cosmos.
Sin embargo, nuestro pensamiento tiende a separarnos del otro, como si hubiésemos nacido de un uni-verso individual, donde cada pensamiento, emoción, situación, objeto soy “yo” y es “mío”. Desde este ¿fallo? En la percepción de la realidad empezamos a construir nuestra propia cárcel mental alimentando esa separación a través de las posesiones (no solo materiales) que llamo “mías” (mis ideas, mis cosas, mis sentimientos, mi yo, mi, mi, mi) ¿el resultado? Dar al invisible ego una falsa seguridad de “tener cosas propias” y solidificar la imagen del “yo”.
Cuando logramos apagar esa voz interna relata constantemente lo que estamos pensando, haciendo y viendo, y nos sumergimos en una relajación profunda pero atenta, podemos percibir que la separación es sólo a causa del pensamiento yo-ista, y la realidad toma un tinte diferente. Sin pensamiento diferenciado, no existe separación. Y esto no significa que todo es igual, sino que es no-diferente: todo está formado, atravesado y siendo impulsado por lo mismo. El árbol, los monos, tus manos y tus ojos mirando no son cosas separadas; son todos actores de la misma escena que estás contemplando. Sin ellos, esa escena no sería, y sin ti, tampoco.
Por eso en el texto dice “nadie destaca por su presencia y nadie es objeto de otro”. Sin la mente pensando “YO veo”, no hay un yo que destaque, que posea, o que sea objeto de otro.
el mono ve, el árbol siente, la tumba, tú contemplas… en ese instante sin pensamientos que nos dividan, simplemente somos. Todo coexiste en una danza silenciosa sin roles ni posesiones, solo siendo parte del pulso de la vida. En este espacio, lo que parecía separado revela su verdadera naturaleza: una interconexión profunda, un todo sin fronteras donde nadie destaca, y todos, al mismo tiempo, completan la escena.
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